miércoles, 13 de enero de 2021

EL SIMBOLISMO DE LA RUEDA. ALQUIMIA Y ASTROLOGIA

 

De los numerosos símbolos que aparecen en una u otra tradición o civilización, alejados en el espacio o en el tiempo y que son idénticos, merece especial atención el símbolo de la rueda. No sólo porque éste se da en todas las culturas de las que tenemos noticia, sino también por las innumerables posibilidades que brinda, la diversidad de campos que abarca y la acción concentradora que ejerce en el estudio y el ordenamiento indispensable en cualquier investigación seria.

Por otra parte, las relaciones de todo tipo a que se presta este símbolo parecen indefinidas, así como sus conexiones con otros pentáculos igualmente tradicionales. La esfera es en la tridimensionalidad lo que el círculo es en el plano. Sabido es que el el símbolo de la rueda se representa gráficamente como un punto y la circunferencia a que da lugar por la irradiación de sus posibilidades. Mientras el punto central (o eje de la rueda) permanece fijo e inmutable, la periferia se mueve y gira alrededor de él.



En efecto, siendo el símbolo de la rueda la expresión del movimiento y la multiplicidad, también lo es de la inmovilidad original y de la síntesis. Es, asimismo, la expresión simbólica de la expansión y la concentración.

De la energía centrífuga, que parte del centro a la periferia, y de la energía centrípeta, que retorna a su centro, eje o fuente. Para volver a extenderse una vez más, siguiendo una ley universal a la que obedecen las mareas de los mares (flujo y reflujo) y la tierra (condensación, dilatación). Así como la diástole y la sístole, la aspiración y la expiración del hombre o del universo, es decir, tanto de lo microcósmico como de lo macrocósmico.

Es este símbolo también la manifestación de lo que siendo apenas virtual (el punto) genera un espacio o plano (que delimita la circunferencia). Es curioso observar que el punto central y la circunferencia, "que juntos conforman la figura del círculo", constituyen el emblema astrológico del sol, que es el padre de la vida, la que produce por irradiación de su energía hasta sus propios límites.



Y está obviamente ligado, por lo tanto, con el espacio y el tiempo, y asociado o unido a cualquier idea de cosmogonía y creación.

En este mismo sentido, el movimiento superficial de la rueda, o externo, estaría vinculado con la manifestación, mientras la virtualidad, la inmovilidad del punto central o eje, se hallaría conectada con lo inmanifestado.

En la nomenclatura alquímica, el punto y la circunferencia y a veces sólo un círculo (simbolizado por Uróboros, la serpiente que se muerde la cola), son imágenes de la vida y su origen, de la sucesión y la simultaneidad. Y también del oro entendido como rey de los metales o símbolo de la perfección mineral. 

Hay que recordar que la alquimia sostiene que la energía de los astros en los cielos se cristaliza en la de los minerales, siendo ambas análogas entre sí.

Esto es lo mismo que decir que existe una reciprocidad entre cielo y tierra y viceversa. Es innecesario agregar que estas relaciones están invertidas la una con respecto a la otra y que la perspectiva o visión varía según se tome un punto o el opuesto.




Lo mismo sucede con el punto central y la circunferencia a que da lugar. Siendo estos términos complementarios, están sin embargo jerarquizados. Lo más alto es el cielo, lo más bajo es la tierra. "El hombre acata las leyes de la tierra, la tierra acata las leyes del cielo" (Tao Te King).

Es imprescindible un punto central o eje para que la circunferencia o la rueda existan, no así a la inversa. Hay una correlación , pero también una preeminencia con respecto a la mitad superior (cielo) y a la mitad inferior (tierra) de una esfera.

Las modalidades especiales del símbolo de la rueda surgen por la irradiación, o por la "actualización", de las "potencialidades" del punto central, que se hace "presente" en el tiempo, creando un campo espacial.


Federico González: EL SIMBOLISMO DE LA RUEDA (Buenos Aires, Kier, 2006)

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