El stress (o tensión nerviosa) nos envejece y nos enferma. ¿Qué sucede exactamente cuando nuestro organismo esta sometido a esa tensión?
En primer lugar, se reduce la capacidad de defensa del sistema inmunológico y el cuerpo humano se torna de esa manera una presa más fácil de ciertas enfermedades, infecciones y, según algunos estudiosos, también de tumores.
Algunos experimentos realizados en animales de laboratorio han demostrado que frente a una situación stressante un organismo reacciona manifestando una alteración en la producción de anticuerpos y reduciendo la capacidad de producción de endorfina, sustancia que provoca una sensación de bienestar.
Todo evento stressante altera además el equilibrio hormomal, reduce el oxígeno en la sangre y actúa nocivamente sobre el sistema circulatorio.
Algunas reacciones del organismo humano que debe enfrentar una situación stressante son de carácter inmediato: los músculos se tensan, el hipotálamo establece una respuesta hormonal, las glándulas suprarrenales producen adrenalina y noradrenalina.
El corazón bombea sangre más rápidamente, aumenta la presión arterial y el ritmo respiratorio. El flujo sanguíneo hacia una eventual necesidad muscular comporta la alteración de otras funciones, sobretodo las digestivas. La epidermis y el hígado también son obligados a un trabajo anómalo.
Si las situaciones stressantes se repiten el organismo reacciona con determinados síntomas: dificultad digestiva, insomnio, dolor de cabeza, dolores musculares, colitis, erupciones cutáneas, disfunciones hormonales y sexuales, asma, palpitaciones, dolores de pecho, trastornos cardíacos, alergias, depresión, nerviosismo agudo, etc.
Si el stress no se aplaca, estos problemas pueden volverse crónicos y provocar en el organismo todo o en su parte afectada (generalmente es aquel genéticamente más débil) a la enfermedad propiamente dicha, aún muy grave.
Por ejemplo, de una banal dificultad digestiva ocasionada por el stress se puede llegar a una úlcera. Sobretodo si al stress se agrega un estilo de vida fuertemente nocivo y que resulta un terreno ideal para la proliferación de dolencias. Esto es: una dieta incorrecta, el tabaquismo, el abuso del café o del alcohol, la falta de actividad física.
¿CÓMO SE PUEDE COMBATIR Y VENCER EL STRESS?
Los métodos disponibles hoy en día son al menos un centenar,desde las antiquísimas disciplinas orientales (adaptadas al mundo occidental) a los artilugios de la técnica moderna, como el biofeedback o a formas de relajamiento extremadamente placenteras como los diversos tipos de masajes.
Lo que nos interesa en este momento sin embargo es comprender cómo hacían y cómo hacen los monjes para evitar el stress, conservando durando todo la vida aquella proverbial serenidad que los caracteriza.
Sin duda, tal estado deriva en gran parte de un contentamiento intrínseco, de una satisfacción real, es decir, de la realización de una vocación religiosa y de un ideal de vida. El stress que nace de la insatisfacción, de aspiraciones siempre frustradas, de ansias constantes de éxitos laborales, de dinero, de éxito, de una competencia exasperante, para los monjes no existe.
En parte su serenidad surge también de la vida sana que practican, con hábitos alimentarios e higiénicos absolutamente correctos. En parte de la perfecta repartición, en el transcurso de la jornada, de trabajo y reposo. Es decir, cuerpo y mente no son nunca sometidos a excesos, a un trabajo agotador. El concepto de moderación en el trabajo, en la actividad física, en el descanso, en la alimentación guía toda su vida.
Finalmente,su plena victoria sobre el stress se debe también a la plegaria. El rezo (es decir, la concentración sobre una frase, un mensaje,una imagen o una idea) es considerada por los estudiosos del stress una eficaz práctica de relajamiento, que tiene mucho en común con la práctica de la meditación y de la contemplación.
Repetir cada día, 2 o 3 veces, durante 10 minutos, rítmicamente y en silencio o en voz baja una oración. como por ejemplo "Padre nuestro que estás en los cielos", puede servir para alcanzar un estado de distensión y bienestar, para liberar la mente de la ansiedad y de las preocupaciones.
Además de las plegarias los monjes siempre han practicado otra forma eficaz de relajamiento: el paseo, la caminata. Caminar puede ser un método eficaz para distenderse en tanto que se realice a la manera de los monjes. Esto es, con un andar tranquilo. concentrándose en imágenes de paz (esto es más fácil para los monjes que caminan en la quietud del monasterio) o en el propio cuerpo y en su funcionamiento. Es necesario escuchar el peso del cuerpo sobre las piernas,sobre la planta de los pies y el contacto con el suelo. Captar los movimientos, incluso imperceptibles, que el cuerpo realiza mientras camina, y el ritmo de los pasos sincronizado con el de la respiración.
Durante el tiempo de la caminata mientras nos concentramos en el propio cuerpo, la mente se distiende y con ella todo el organismo.
Lella Volta: SEGRETI DI MEDICINA DEI CONVENTI (pp. 64-66)
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