El lobo, además de designar a un animal mamífero carnicero parecido y emparentado con el perro, presenta una amplia simbología.
Lobo deriva del latín lupus. El apellido patronímico López es un derivado de esta palabra, signficando "hijo de Lope". En catalán tenemos llop y Llopis.
Ya entre los antiguos latinos la figura del lobo adquiere un destacado valor simbólico. Así tenemos a la loba que nutrió a los abandonados gemelos Rómulo y Remo que fundarían la ciudad de Roma.
Lo mismo sucede en la mitología nórdica, donde tenemos al lobo monstruoso Fenrir o Fenris, asociado en este caso con el final de un ciclo cultural.
Por otro lado, tenemos el caso del licantropo, término compuesto de origen griego formado por lykos (del mismo origen indoeuropeo que el latín lupus) y anthropos (hombre), el cual hace referencia a la creencia según la cual un hombre puede convertirse en o adquirir características de un lobo. En la demonología medieval se creía que mediante cierto ungüento recibido de Satanás, o de algunos de sus demonios, un brujo durante un aquelarre (reunión brujeril) podía transformarse en lobo y sembrar el terror y el estrago en la comarca.
Para dicha transformación se suele considerar que también deben darse ciertas circunstancias, por ejemplo la aparición de la luna llena.
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