El aspecto ctónico o infernal del símbolo lobezno constituye su otro aspecto esencial. Parece haber seguido siendo dominante en el folklore europeo, como lo testimonia, por ejemplo, el cuento de Caperucita Roja. Ya se lo ve aparecer en la mitología greco-latina. Es la loba de Mormolycé (*), con la cual se amenaza a los niños. También este símobolo aparece en el abrigo de piel de lobo con el cual se cubre Hades, el señor de los Infiernos o en las orejas de lobo del dios de la muerte de los etruscos. Según Diodoro de Sicilia, también se relaciona con el renacimiento de Osiris bajo el aspecto de lobo para ayudar a su hermana/esposa (Isis) y a sus hijos para vencer a su maligno hermano (Seth).
Una de las manifestaciones de Zeus, el dios supremo griego, está igualmente asociada con el lopo (Zeus lykaios), a quien se le sacrificaban seres humanos, cuando imperaba la magia agrícola, para poner fin a las sequías y a las plagas naturales de todo tipo. Zeus, entonces, desencadenaba la lluvia para fertilizar los campos y dirigía los vientos.
En la imaginería europea medieval los brujos se transformaban frecuentemente en lobos para dirigirse al Sabbat (la célebre reunión brujeril). En tales ocasiones, las brujas llevaban atuendos elaborados con piel de lobo.
La creencia en los licántropos u hombres-lobos se remonta en Europa a los tiempos m´s remotos y aparece asociada a los espíritus del bosque.
Este simbolismo del devorador es el de las fauces, imagen iniciática y arquetípica, relacionado con la alternancia día/noche, muerte/vida. Las fauces devoran y devuelven, son las iniciadoras, tomando según la fauna del lugar la apariencia del animal más feroz: el lobo, el jaguar, el cocodrilo, etc.
La mitología escandinava presenta al lobo como un devorador de astros, lo cual puede estar relacionado con el lobo devorador de la codorniz mencionado en el Rig-Veda. Si la codorniz es un símbolo de luz, las fauces del lobo representan la loche, la caverna, los infiernos, la fase de pralayâ én la cosmología hindú (disolución, no-actividad).
Liberarse de esas fauces, de esa garganta, simboliza la aurora, la luz iniciática, que sigue al descenso de los infiernos.
Fenrir, el lobo gigante de la mitología nórdica, es uno de los enemigos más implacables de los dioses. Solamente la magia de los enanos puede detenerlo gracias a una cinta fantástica que nadie puede romper o cortar.
En la mitología egipcia, Anubis, el gran psicopompo (conductor de las almas de los muertos hacia el más allá), es denominado Impou, "el que tiene la forma de un perro salvaje o chacal", donde se reverencia a Cynopolis como al dios de los infiernos.
Estas fauces monstruosas del lobo aparecen en los cuentos de Perrault.
G. Durand observa una clara convergencia entre la mordedura de los cánidos y el miedo de los tiempos destructivos. Kronos aparece aquí con el rostro de Anubis, del monstruo devorando el tiempo humano donde también se atacan los astros medidores del tiempo.
Hemos hablado del sentido iniciático de este símbolo. Agreguemos que el mismo da tanto al lobo como al perro un rol de psicopompo.
Un mito de los algonquinos lo presenta como hermano del demiurgo Menebuch el gran conejo, que impera en el Oeste, en el reino de los muertos. Esta misma función de psicopompo le era reconocida en Europa, como lo testimonia el siguiente canta mortuorio rumano:
Para concluir, observemos que el lobo infernal, y sobre todo su hembra (encarnación del deseo sexual), constituyen un obstáculo en la ruta del peregrino musulmán hacia La Meca. Y, más aún, en el camino de Damasco, donde toma las dimensiones de la Bestia del Apocalipsis.
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Nota del editor
(*) Término compuesto griego integrado por mormo (terrible, temible) y lyké (loba). Puede traducirse como "loba terrible, espantosa".
Una de las manifestaciones de Zeus, el dios supremo griego, está igualmente asociada con el lopo (Zeus lykaios), a quien se le sacrificaban seres humanos, cuando imperaba la magia agrícola, para poner fin a las sequías y a las plagas naturales de todo tipo. Zeus, entonces, desencadenaba la lluvia para fertilizar los campos y dirigía los vientos.
En la imaginería europea medieval los brujos se transformaban frecuentemente en lobos para dirigirse al Sabbat (la célebre reunión brujeril). En tales ocasiones, las brujas llevaban atuendos elaborados con piel de lobo.
La creencia en los licántropos u hombres-lobos se remonta en Europa a los tiempos m´s remotos y aparece asociada a los espíritus del bosque.
Este simbolismo del devorador es el de las fauces, imagen iniciática y arquetípica, relacionado con la alternancia día/noche, muerte/vida. Las fauces devoran y devuelven, son las iniciadoras, tomando según la fauna del lugar la apariencia del animal más feroz: el lobo, el jaguar, el cocodrilo, etc.
La mitología escandinava presenta al lobo como un devorador de astros, lo cual puede estar relacionado con el lobo devorador de la codorniz mencionado en el Rig-Veda. Si la codorniz es un símbolo de luz, las fauces del lobo representan la loche, la caverna, los infiernos, la fase de pralayâ én la cosmología hindú (disolución, no-actividad).
Liberarse de esas fauces, de esa garganta, simboliza la aurora, la luz iniciática, que sigue al descenso de los infiernos.
Fenrir, el lobo gigante de la mitología nórdica, es uno de los enemigos más implacables de los dioses. Solamente la magia de los enanos puede detenerlo gracias a una cinta fantástica que nadie puede romper o cortar.
En la mitología egipcia, Anubis, el gran psicopompo (conductor de las almas de los muertos hacia el más allá), es denominado Impou, "el que tiene la forma de un perro salvaje o chacal", donde se reverencia a Cynopolis como al dios de los infiernos.
Estas fauces monstruosas del lobo aparecen en los cuentos de Perrault.
G. Durand observa una clara convergencia entre la mordedura de los cánidos y el miedo de los tiempos destructivos. Kronos aparece aquí con el rostro de Anubis, del monstruo devorando el tiempo humano donde también se atacan los astros medidores del tiempo.
Hemos hablado del sentido iniciático de este símbolo. Agreguemos que el mismo da tanto al lobo como al perro un rol de psicopompo.
Un mito de los algonquinos lo presenta como hermano del demiurgo Menebuch el gran conejo, que impera en el Oeste, en el reino de los muertos. Esta misma función de psicopompo le era reconocida en Europa, como lo testimonia el siguiente canta mortuorio rumano:
Aparecerá allí
el lobo delante de ti.
Tómalo por tu hermano
porque el lobo conoce
el orden de los bosques.
El te conducirá
por el camino derecho
hacia un hijo del Rey.
Hacia el Paraíso.
* Jean Chevalier - Alain Gheerbrant: DICTIONNAIRE DES SYMBOLES
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Nota del editor
(*) Término compuesto griego integrado por mormo (terrible, temible) y lyké (loba). Puede traducirse como "loba terrible, espantosa".
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